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En las dos últimas temporadas no ha habido un equipo más exitoso en el baloncesto europeo en silla de ruedas que el Ilunion. Dos tripletes consecutivos que no le habían servido para ganarse el cariño del Ayuntamiento de Madrid, incapaz de ofrecerle un lugar donde entrenar y disputar sus encuentros a pesar de las reiteradas solicitudes por parte del club, abocado al alquiler de un pabellón privado para poder ejercer su actividad. Un problema mayúsculo para el equipo, que la Comunidad de Madrid solucionará a partir de la próxima temporada, cuando el Ilunion dispute sus partidos en las instalaciones de Canal, acabando con un exilio histórico que le permitirá reforzar su estructura y mejorar las condiciones de los jugadores y la escuela formativa que tiene a su cargo.

«Pensábamos que con el nuevo equipo de Gobierno, que se presuponía más progresista, se darían las condiciones para que se solucionara nuestro problema, pero no hemos obtenido respuesta a nuestra demanda en el último año y medio», afirmaba a ABC Miguel Sagarra, responsable del club, sobre las infructuosas conversaciones con el Consistorio de Manuela Carmena. La corporación municipal aducía hasta ayer mismo problemas técnicos insalvables para acomodar al Ilunion. «Son es un equipo de alta competición, y como club de élite tiene unos requerimientos técnicos para sus pistas muy exigentes que, desgracidamente, los polideportivos municipales públicos no tienen». Según el propio club, esos requisitos eran tener un vestuario adaptado, un marcador electrónico y un cuarto para guardar las sillas de ruedas tras cada sesión.

«Nos conformamos con poco. No necesitamos el marcador del WiZink Center. Incluso les dijimos que podríamos hacernos cargo de alguna obra menor si hiciera falta, pero no ha habido respuesta», explicaba Sagarra, resignado hasta hoy a seguir disputando sus partidos en el Colegio San Agustín, donde desembolsan alrededor de 20.000 euros por temporada para poder entrenar tres días a la semana.